Durante mucho tiempo, fui a lo seguro, recurriendo a las prendas más familiares de mi armario: casi siempre negro, siempre fiable. Pero en silencio, me atraían looks más definidos y expresivos. Lo que no sabía entonces es que lo que más me gustaba era simplemente el juego, la superposición de color, tono y sensaciones.
Sigo adorando un look monocromático. Una camisa blanca impecable combinada con pantalones o una falda de seda negros es mi elección para la noche; es atemporal y elegante. Pero hay algo profundamente alegre en incorporar el color a tu vestuario.
Si no sabes por dónde empezar, inspírate en la naturaleza. Observa un jardín: morados y verdes, marrones terrosos con azules suaves, blancos junto a verdes intensos, todo funciona de maravilla. La naturaleza nunca se complica.
Cuando elegí los tonos para nuestra primera colección, quería colores que transmitieran calma, serenidad y que fueran fáciles de combinar en el día a día. Tonalidades a las que pudieras recurrir sin dudar—y llevar con confianza.
Así que sí, juega con el color. Es sencillo. Es liberador. Y, sobre todo, es divertido.